Cerámica: una nueva forma de expresarme

Siempre he sido una persona muy creativa. A lo largo de los años, he explorado muchas formas de hacerlo: el diseño gráfico, el dibujo, la fotografía… Pero hubo un momento en el que sentí que necesitaba algo más físico, más táctil. Así fue como llegué a la cerámica.

No fue algo planeado. Fue una de esas decisiones que tomas casi por intuición de un día para otro, como quien ve un cartel de un taller y siente que tiene que estar ahí. El primer día que toqué el barro, me di cuenta de que había encontrado algo diferente. No solo por el proceso, que es lento y lleno de pequeñas sorpresas, sino por cómo me hacía sentir: en calma, concentrada, conectada.

Desde entonces, he ido explorando poco a poco. Empecé con piezas pequeñas, sin presión. Un jarrón, una figura decorativa… y poco a poco fui atreviéndome con proyectos más personales. Hice una lámpara que ahora guardo como una reliquia, y que cada vez que miro, me recuerda que puedo hacer cosas con mis propias manos. También he creado piezas decorativas que tienen un hueco en casa, y también, he experimentando con joyería cerámica: formas orgánicas, colores suaves, algo muy mío.

La cerámica me ha enseñado a disfrutar del proceso, a aceptar que no todo tiene que ser perfecto, y a valorar lo hecho a mano. Es una manera de expresarme que va más allá de lo visual: es forma, textura, peso, tiempo.

Hay algo en este material que me invita a seguir explorando, sin prisa, pero con muchas ganas.

Joyería cerámica

Cada par de pendientes nace de un proceso lento, artesanal y muy personal. Trabajo con cerámica moldeando formas orgánicas, jugando con las texturas y las formas. Son piezas únicas, imperfectas y honestas — como todo lo que se hace con las manos y el corazón.

Piezas decorativas

A lo largo de los años en los que he trabajado la cerámica, he construido diferentes elementos decorativos.

Lampara decorativa

Además de iluminar, puede usarse como portavelas… pero lo que más me gusta de ella es que no necesita estar encendida para destacar. Tiene tanta presencia por sí sola, que se convierte en una pieza decorativa por derecho propio. Es uno de los objetos a los que más cariño tengo — tal vez porque fue de los primeros en los que sentí que estaba encontrando mi voz a través de la cerámica.